Twitter response:

Categoría: Cuentos infantiles de Navidad

La última Navidad
En la historia de los tiempos, concretamente en Navidad, todos nos volvemos más humanos, más alegres, más melancólicos… Todos menos Mr. Trodat, un viejo gruñón que siempre detestó la Navidad de una forma exagerada. Cuando llegaban estas fechas, se encerraba en su casa, se armaba de sus libros y cuando sonaban los villancicos, salía por la ventana a echar a los niños que los cantaban. – ¡Malditos niños! ¡Fuera de aquí y dejáos de ñoñeces!-. Todos le temían por su mal genio, y hasta Mrs. Antino, que limpiaba en su casa una vez por semana, le tenía no poco miedo. – De buena gana no le limpiaba más, total, para lo que me paga… pero mis hijos necesitan comer. ¿Este hombre no tiene sentimientos?- Les contaba a los que como ella, le conocían tan bien. Sabían que sus hijos le habían pedido limosna y que con patadas los había echado de su casa. Pero las nieves acechaban con sus garras heladas aquel año, impidiendo a los niños y las gentes cantar y estar felices. El hambre y el frío también tuvieron encuentro, y mucha gente enfermó aquella Navidad, en fin, como casi todas.

(más…)

Navidad en Fantasía
La escarcha del Lago de Cristal se resquebrajó en el centro y de repente miles de fragmentos de hielo saltaron por todos lados centelleando bajo los rayos del Sol y formando una red de centelleos entre las facetas de los cristales de hielo. En mitad de aquella lluvia de color el Hada del Agua emergió del agua helada rodeada de un destello Aguamarina.

Los animales del lago, agradecidos por haberles librado de su prisión de hielo, le felicitaron la Navidad.

(más…)

Recuerdo de una mañana de Navidad
No lo creí. Los ángeles tenían cosas más importantes que hacer con su tiempo que observar si yo era un niño bueno o malo. Aun con mi limitada sabiduría de un niño de siete años, había decidido que, en el mejor de los casos, el Ángel sólo podía vigilar a dos o tres muchachos a la vez… y ¿por qué habría de ser yo uno de éstos? Las ventajas, ciertamente, estaban a mi favor. Y, sin embargo, mamá, que sabía todo, me había repetido una y otra vez que el Ángel de la Navidad sabía, veía y evaluaba todas nuestras acciones y que no podíamos compararlo con cualquier cosa que pudiéramos entender nosotros, los ignorantes seres humanos. De todos modos, no estaba muy seguro de creer en el Ángel de la Navidad.

(más…)

Después de todo ¡Es Navidad!
La casa había estado vacía y silenciosa largas horas, por lo que, Baguette; el cachorrito de la familia, se encontraba profundamente dormido enroscado en su sillón favorito, a ratos roncando a ratos lanzando gruñiditos; cuando, de repente, el ruido en la cerradura lo despertó de su profundo sueño haciéndolo caer de cabeza, quedando momentáneamente aturdido.
– ¡Mira qué lindo pino hemos traído Baguette!-dijo Beca, la pequeña que lo había recogido de las calles una lluviosa tarde de otoño-
El cachorrito se sacudió  y corrió a todo lo que le daban sus cuatro patitas para inspeccionar meticulosamente el inmenso árbol que la familia logró meter por la puerta con tanto esfuerzo.
Las suaves y fragantes ramitas le hacían cosquillas, pero aún así el perrito trató de mordisquearlas; por lo que Beca de inmediato le reprendió diciendo:»¡Baguette malo! ¡El árbol de Navidad no se muerde, ni se maltrata!»
El animalito jamás había escuchado aquella palabra «Navidad» ¿qué quería decir? No lo sabía, pero sonaba linda, era una palabra dulce y tierna, una palabra que se le queda a uno en la boca como un caramelo, o como un poema… Navidad… sonaba a magia y alegría… ¿pero qué era Navidad? …

(más…)

Víspera de Navidad
Era la víspera de Navidad, y todo en la casa era paz. No se oía ni un ruidito, ni siquiera chillar a un ratón. Junto al fuego pendían los calcetines vacíos, seguros que pronto vendría Santa Claus. Sobre la cama, acurrucaditos y bien abrigados, los niños dormían, mientras dulces y bombones danzaban alegres entre sus sueños. Mamá con pañoleta, yo con gorro de dormir, iniciábamos apenas, un largo sueño invernal. De pronto en el prado surgió un alboroto, salté de la cama y fui a ver qué pasó. Volé como un rayo hasta la ventana, jalé la cortina y tiré del postigo. Blanca y suave era la nieve y dulce el brillo de la luna, parecía mediodía en nuestra tranquila villa. Cuando para mi asombro vi pasar a lo lejos, ocho pequeños renos y un diminuto trineo. Conducía un viejecito, vivaracho y veloz, y supe en seguida que debía ser Santa Claus. Más rápido que las águilas, sus corceles volaban, y él silbaba y gritaba a sus renos llamándolos: ¡Vamos Destello y Relámpago! ¡Adelante Gambito, Danzarín y Cupido! ¡Jala duro Cometa! ¡Lleguen lejos Estrella y Lucero! ¡A la cima del techo! ¡A la cima del muro! ¡De prisa, de prisa, que los niños me esperan!

(más…)

Canción de Navidad 5 Conclusión
¡Sí! Y la columna de cama era suya: La cama era la suya, el cuarto era el suyo. y, lo mejor y más venturoso de todo, ¡el tiempo venidero era suyo, para poder enmendarse!

-Viviré en el pasado, en el presente y en el porvenir -repitió Scrooge, saltando de la cama-. Los Espíritus de los tres no se apartarán de mí. ¡Oh, Jacob Marley! ¡Benditos sean el cielo y la fiesta de Navidad: ¡Lo digo de rodillas, Jacob, de rodillas!

Se encontraba tan animado y tan encendido por buenas intenciones, que su voz desfallecida apenas respondía al llamamiento de su espíritu. Había sollozado con violencia en su lucha con el Espíritu y su cara estaba mojada de lágrimas.

(más…)

Canción de Navidad 4 El último de los tres Espíritus
El Fantasma  se aproximaba con paso lento, grave y silencioso. Cuando llegó a Scrooge, éste dobló la rodilla, pues el Espíritu parecía esparcir a su alrededor,  en el aire que atravesaba, tristeza y misterio.

Le envolvía una vestidura negra, que le ocultaba la cabeza, la cara y todo el cuerpo, dejando solamente visible una de sus manos extendida. Pero, además de esto, hubiera sido difícil distinguir su figura en medio de la noche y hacerla destacar de la completa obscuridad que la rodeaba.

(más…)

Canción de Navidad 3 El segundo de los tres Espíritus
Despertó al dar un estrepitoso ronquido: e incorporándose en el lecho para coordinar sus pensamientos, no tuvo necesidad de que le advirtiesen que la campana estaba próxima a dar otra vez da una. Vuelto a la realidad, comprendió que era el momento crítico en que debía celebrar una conferencia con el segundo mensajero que se le enviaba por la intervención de Jacob Marley. Pero hallando muy desagradable el escalofrío que experimentaba en el lecho al preguntarse cuál de las cortinas separaría el nuevo espectro, las separaría con sus propias manos y, acostándose de nuevo, se constituyó en avisado centinela de lo que pudiera ocurrir alrededor de la cama, pues deseaba hacer frente al Espíritu en el momento de su aparición, y no ser asaltado por sorpresa y dejarse dominar por la emoción.

(más…)