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Cuento del Muñeco Pregúntame

Resulta que Berberecho trajo un hermoso muñeco, que cuando le daban cuerda abría y cerraba los ojos y se reía. Todos los chicos querían tocarlo, pero él no se lo prestaba a nadie.
– ¿Cómo se llama tu muñeco? – le preguntó Martina.
– No sé – dijo Berberecho.
– A los muñecos lindos se les pone nombre.
– Sí, pero yo no sé que nombre ponerle. – dijo Berberecho pensativo. ¿No me ayudás a pensar uno?
– Preguntame más tarde, porque ahora voy al baño.
– Preguntame puede ser un lindo nombre – pensó Berberecho.
Al rato vino Plomín y le dijo:
– Qué lindo muñeco. ¿Cómo se llama?
– Preguntame.
– ¿Cómo se llama?
– Preguntame.
– ¿Cómo se llama?
– Preguntame.
– ¿Cómo se llama?
– Preguntame.
– ¡Basta! – dijo Plomín. – Ya te pregunté un montón de veces.
– Y yo te contesté un montón de veces – dijo Berberecho enojado.
Al rato vino Martina y le preguntó que nombre le había puesto al muñeco.
– Como vos me dijiste.
– ¿Cómo? Si yo no te dije nada…
– Sí
– No
– Sí
– Bueno, si te dije no me acuerdo. Decime que nombre le pusiste.
– Preguntame.
– ¿Cómo se llama?
– Preguntame.
– ¿Cómo se llama?
– Preguntame.
– ¿Cómo se llama?
Y así estuvieron un rato largo, hasta que Martina se cansó y se fue. Después vino Nahuel y le preguntó lo mismo, y Berberecho le contestó lo mismo, y estuvieron un rato largo diciendo:
– Preguntame.
– ¿Cómo se llama?
Hasta que Berberecho decidió cambiarle de nombre al muñeco. Lo llamó Muñeco y listo.
Y es así que Berberecho más adelante tuvo un oso que se llamaba Oso, un perro que se llamaba Perro, y un gato que se llamaba Gato. Poco imaginativo, pero fácil de acordarse y sin lugar a malentendidos.