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Udé y el mono

Érase una vez en la antigua india, un castillo de marfil, oculto en lo más profundo de la selva; en él residía un visir llamado Udé.
Sanjana, la mayor de sus hijas, al nacer fue coronada con el don de comprender el idioma de los animales. La esposa del visir murió al dar a luz a la más pequeña, Naina que nació ciega .Udé hundido por el dolor y avergonzado por su deficiencia de la más pequeña, le ocultó en los calabozos de palacio, acompañada únicamente por un pequeño mono.

Por las noches Udé, tenía grandes pesadillas, en las que un gran mono, le golpeaba con una rama de nim, pronunciando el nombre de su hija menor. El visir comprendió que esa sería siempre su penitencia. Para  redimirse, dejaba cada noche un gran vaso de leche y un trozo de pan en las alcantarillas de palacio. Al ver que a la mañana siguiente no estaban, comprendió que su hija la pequeña mitigaba su hambre con ello.
El visir adoraba a Sanjana, que creció rodeada de las más exquisitas riquezas y sin conocer la existencia de su hermana. Por las mañanas, la muchacha recorría los bellos jardines de nim, recogiendo lilas de los árboles y realizando cadenetas con las flores, para entregárselas como ofrendas a los dioses. Por las noches, la princesa paseaba por castillo hablando con  los búhos y  charlando con las ranas del estanque.
En la oscuridad de los calabozos, Naina aprendió a comprender el eco del viento y los gemidos de los habitantes nocturnos. Todo, gracias a su fiel amigo el mono, que la guiaba a tientas por los estrechos pasillos del calabozo, recogía las tristes viandas, que Udé cada noche, como expiación, le dejaba en la alcantarilla y  le abrigaba con su minúsculo cuerpo en las frías noches de invierno.
Pero las pesadillas del visir jamás cesaron y una extraña enfermedad comenzó a dominar su cuerpo y su alma. Solamente la delicada voz de Sanjana le mantenía en pie. El enemigo de Udé, aprovechó la debilidad del monarca para declarar la guerra al reino, que poco a poco se fue sumiendo en una batalla que duró años.
Los cortesanos de rey dejaron de pagar los impuestos, dominados por el hambre y la pobreza. El ejército se reveló y los más fieles sargentos se fueron yendo, abandonando así el castillo de marfil.
Una noche mientras Sanjana paseaba tristemente por los jardines de palacio, escuchó el croar de unas ranas quejitas. Escondiéndose tras unos juntos, espero.
-¡Croac, croac….crooooaaac! (Hay que ver cuan egoísta es la princesa, ella vive feliz en su palacio de cristal, mientras el pueblo sufre y su hermana ciega  muere de hambre con una única compañía, un miserable mono).
– Croaaaaccccc, Croooaccc, criiiccc (y su padre el visir calla su conciencia, el gran Udé es un egoísta…egoísta….egoísta…..)-contestó la otra rana
Sanjana, dolida por el cantar de las ranas mentirosas, salió de su escondite y apoderada por una gran furia, comenzó a lanzar piedras a la charca.
-Sois unos seres miserables, malagradecidas!!!.Habéis vivido durante años en un bello jardín, alimentadas por los insectos que esta charca atrae, construida por mi padre, el gran visir para vosotras.
Y las ranas asustadas a grandes saltos huyeron de la ira de la muchacha, escondiéndose bajo las grandes hojas de los nenúfares.
Sanjana, corrió nerviosamente por el jardín del palacio, sollozando, tristemente por el mal que asolaba el reino y dominada por una gran impotencia. Tropezó con una gran rama de nim y calló al suelo desfallecida.
-Cric Cric (no llores bella princesa, limpia tus lágrimas)- escuchó cerca de sus oídos el son de un grillo gris.
La muchacha tranquilizó su ahogo, y contó la historia que había escuchado a las ranas.
.Cric…Criiiic…Criiicccc(es cierto gran dama)- Y el grillo le narró toda la historia, sobre su hermana pequeña y la miserable actitud de su padre el visir.
Mientras tanto, la enfermedad de Udé fue agravándose, las pesadillas se habían vuelto más y más dolorosas, sacaba fuerzas de su debilidad y cada noche a rastras bajaba a las alcantarillas a dejar el alimento de Naina. Pero aquella noche, mientras Sanjana descubría la verdad y subía las escalinatas del palacio de marfil, a pedirle explicaciones a su padre. Udé cayó desfallecido en las acequias, con gran fiebre y delirios.
Como cada noche, el lazarillo de Naina fue a recoger el sustento de la ciega muchacha. Allí, encontró al anciano rey desplomado, y a las alimañas de la noche husmeando las tristes viandas.
El mono acudió presuroso a Naina, que se encontraba peinando su largo pelo caoba en una silla. La muchacha, que después de años de convivencia, había aprendido el lenguaje de los monos, añadió:
-Fiel amigo, condúceme hasta mi padre, deseo reconocer su cara con mi tacto. Saber porque me abandono en este gris mundo.
La hija más pequeña del visir, guiada por el pequeño mono, llegó al lugar donde yacía el anciano Udé y allí rodeada por los olores y heces del reino, comenzó a palpar el rostro del visir. Cuando hubo reconocido su cara, la muchacha con voz temblorosa contó a su amigo.
-Pequeño mío, tantos años acumulando odio, tantas horas encerrada en mi pensamiento, deseando que llegase este momento el hombre que acabo de conocer, no tiene ninguna expresión de maldad, si no de sufrimiento. El hombre que yace aquí ya no es un gran rey, si no un débil anciano, al que la muerte está rondando. Ayúdame a levantarlo, fiel mono y subamos al calabozo para que entre en calor.
Mientras, Sanjana al descubrir que su padre había desaparecido, pensó que el enemigo lo había raptado y que en breve el castillo  y todos sus dominios entrarían a formar parte de ellos. La muchacha pensando en el bien de su pueblo, decidió  enviar un mensajero al bando contrario, en el cual negociaba su rendición.
“Os pido que no derraméis más sangre de inocentes. A  cambio de ello, me convertiré en vuestra esposa y seréis el nuevo visir a mi lado”
Y así, fue como sucedió. La boda se celebró en breve y el nuevo visir para que Sanjana no huyera, la encerró en la más alta torre. La muchacha sollozaba cada noche y contaba a los búhos su mísera vida al lado del cruel visir, que no sabía nada de su padre y que iba a morir en aquel encierro sin conocer a su hermana pequeña.
Mientras en las alcantarillas, Naina cuidaba a Udé, gracias a la ayuda de su fiel mono. Con gran destreza, se colaba el animal por la cocina de palacio, robando toda la comida que podía. Pasaron las semanas y el anciano recuperó la salud, al despertar halló a su lado a una joven muchacha ciega, en ella reconoció a su hija abandonada y fue tan grande el pálpito de su corazón, que corrió a  abrazarla y entre lágrimas le pidió perdón sinceramente. La más pequeña de sus hijas, se apiadó de él olvidando todo su encierro. Entonces, contó al hombre la boda de su hermana, con su enemigo. Y la tiranía que éste estaba
ejerciendo sobre su pueblo. Juntos idearon un plan y ataviados por apolilladas vestiduras, que el pequeño mono robó en el pueblo; salieron de la oscura alcantarilla y pidieron audiencia con el nuevo visir. El mono se escondió en la tripa de  Naina, quien simulo estar embarazada.
-Que deseáis pandilla de porqueros- musitó el orondo nuevo visir
-Quisiéramos vuestro apoyo gran  rey- contesto Udé disfrazado- Mi hija está ciega y embarazada. Y yo estoy cercano a la muerte y no puedo alimentar a la muchacha  y a su vástago. Ella tiene buenas manos, sabe limpiar y realizar un rico pastel de uvas. Os ruego que la toméis bajo vuestra protección y la convirtáis en vuestra sierva.
El fiero hombre, sonrió y durante unos segundos permaneció en silencio, después agregó.
-De acuerdo viejo, pero tú jamás podrás volver a palacio y nunca conocerás a tu nieto, que al nacer, será sacrificado a los dioses. No quiero bocas de débiles para alimentar, y este reino esta ya lleno de demasiados haraganes.
Udé partió de palacio y su hija pequeña fue confinada en la cocina a limpiar el hollín de la chimenea.
Aquella noche Naina mató una alimaña, recogió en un cubo su sangre y la extendió en el suelo de la cocina, entonces se sentó encima y comenzó a gritar. Tan fuerte eran sus alaridos que los sirvientes de palacio despertaron al nuevo visir. Este enfadado, entró en la cocina rojo de ira.
-Por que chillas infiel…me has despertado de un bello sueño
-Estoy de parto, mi hijo viene ya y no puedo aguantar el dolor, mi visir- contestó la ciega.
-¡Estupendo! -añadió con sarcasmo el hombre- esta noche los dioses me sonríen .En cuanto tu hijo nazca, lo mataré  sin cortar el cordón umbilical .Y así muerto, se lo entregaré a los ellos, para agradecerles todas las riquezas y suertes que me están concediendo.
-¡¡¡Ya viene gran visir, ya está aquí!!!-gemía Naina entre grandes alaridos.
El hombre cruel, asió una enorme hacha de la cocina y se agachó cerca de las ingles de la parturienta. Cual fue su sorpresa al observar que en lugar de un bebé, salio debajo de las faldas de chiquilla un pequeño mono. Que saltó sobre su cabeza, cegándole y arrebatándole el hacha de las manos, se la clavo en el pecho.
El usurpador cayó desplomado al suelo. Naina y el mono recogieron el cuerpo y lo arrastraron a las alcantarillas, arrojándolo allí para que lo seres de la noche lo devoraran. Después, subieron a la torre donde Sanjana estaba presa y la liberaron. Esta reconocer a su ciega hermana, presa de alegría la besó tiernamente.
Y así fue como el anciano visir, volvió a reinar aquellas tierras. Casó felizmente a sus dos hijas con sendos  príncipes de las comarcas vecinas. El mono guía fue cubierto de atenciones y enseñó a Udé el idioma de los simios. Una tarde de primavera mientras el visir y el mico jugaban al ajedrez; el mono le hablo:
-Mi nombre es Rama, Udé (que en hindi significa alegría)- Y en aquel momento Rama declaró jaque mate al rey ganando la partida-
De nuestra compañera Reyes, 30 años.