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Etiqueta: águila

El águila, el león y el murciélago
Cuentan los muy ancianos que en tiempos remotos el águila y el león se repartían el gobierno de los animales. Reinaba el león sobre osos, lobos y demás cuadrúpedos que poblaban el planeta. El águila, por su parte, dictaba prudentes reglamentos que regían la vida y costumbres de las aves. Un día se reunieron ambos soberanos.

– ¡ Has de saber que el murciélago me ocasiona problemas ! – dijo el águila -. ¡Cuando le beneficia dice que es un pájaro y se mezcla con ellos, alegando que como ellos, vuela ! ¡ Pero cuando su interés reside en librarse de mis leyes, dice que es un mamífero y, por lo tanto, una bestía de tu juridicción y vasallo de tu imperio !

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El labrador y el águila
Encontró un labrador un águila presa en su cepo, y, seducido por su belleza, la soltó y le dio la libertad. El águila, que no fue ingrata con su bienhechor, viéndole sentado al pie de un muro que amenazaba con derrumbarse, voló hasta él y le arrebató con sus garras la cinta con que se ceñía su cabeza.

Se alzó el hombre para perseguirla. El águila dejó caer la cinta; la tomó el labriego, y al volver sobre sus pasos halló desplomado el muro en el lugar donde antes estaba sentado, quedando muy sorprendido y agradecido de haber sido pagado así por el águila.

Siempre debemos ser agradecidos con nuestros bienhechores y agradecer un favor con otro.

Vocabulario:

Cepo: Trampa para cazar animales.

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El águila y los gallos

Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al otro.

Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo.

Más no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había perdido la riña se quedo con todo el gallinero.

A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los arrebate.

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El águila y el escarabajo

Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo, suplicándole que le salvara.

Le pidió el escarabajo al águila que perdonara a su amiga. Pero el águila, despreciando la insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre en su presencia.

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El águila y la flecha

Estaba asentada un águila en el pico de un peñasco esperando por la llegada de las liebres.

Más la vio un cazador, y lanzándole una flecha le atravesó su cuerpo.

Viendo el águila entonces que la flecha estaba construida con plumas de su propia especie exclamó:

— ¡Qué tristeza terminar mis días por causa de mis plumas!

Más profundo es nuestro dolor cuando nos vencen con nuestras propias armas.

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El águila de ala cortada y la zorra

Cierto día un hombre capturó a un águila, le cortó sus alas y la soltó en el corral junto con todas sus gallinas. Apenada, el águila, quien fuera poderosa, bajaba la cabeza y pasaba sin comer: se sentía como una reina encarcelada.

Pasó otro hombre que la vio, le gustó y decidió comprarla. Le arrancó las plumas cortadas y se las hizo crecer de nuevo.

Repuesta el águila de sus alas, alzó vuelo, apresó a una liebre para llevársela en agradecimiento a su liberador.

La vio una zorra y maliciosamente la aconsejaba mal diciéndole:

–No le lleves la liebre al que te liberó, sino al que te capturó; pues el que te liberó ya es bueno sin más estímulo. Procura más bien ablandar al otro, no vaya a atraparte de nuevo y te arranque completamente las alas.

Siempre corresponde generosamente con tus bienhechores, y por prudencia mantente alejado de los malvados que insinúan hacer lo incorrecto.

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La tortuga y el águila

Una tortuga que se recreaba al sol, se quejaba a las aves marinas de su triste destino, y de que nadie le había querido enseñar a volar.

Un águila que paseaba a la deriva por ahí, oyó su lamento y le preguntó con qué le pagaba si ella la alzaba y la llevaba por los aires.

– Te daré –dijo– todas las riquezas del Mar Rojo.

– Entonces te enseñaré a volar –replicó el águila-.

Y tomándola por los pies la llevó casi hasta las nubes, y soltándola de pronto, la dejó ir, cayendo la pobre tortuga en una soberbia montaña, haciéndose añicos su coraza. Al verse moribunda, la tortuga exclamó:

– Renegué de mi suerte natural. ¿Qué tengo yo que ver con vientos y nubes, cuando con dificultad apenas me muevo sobre la tierra?

Si fácilmente adquiriéramos todo lo que deseamos, fácilmente llegaríamos a la desgracia.

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El águila, el cuervo y el pastor

Lanzándose desde una cima, un águila arrebató a un corderito.

La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo al máximo sus alas no logró soltarse.

Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños.

Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les dijo:

– Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.

Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás preparado, no en lo que no te corresponde.

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El águila y la zorra

Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea de que eso reforzaría su amistad. Entonces el águila escogió un árbol muy elevado para poner allí sus huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol.
Un día que la zorra salió a buscar su comida, el águila, que estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete.
Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus pequeños;
¿Cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela? Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lejos a su enemigo.
Más no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad. Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba fuego, colocándola en su nido. Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus pequeños aguiluchos, que por pequeños aún no sabían volar, los cuales se vinieron al suelo. Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.
Nunca traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del cielo llegará el castigo.

Vocabulario:
Zorruelos: Los hijos del zorro y de la zorra

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