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Etiqueta: hijo

Leyenda de las Fadas d’os Ibons de los Pirineos
En el pueblo de Canfranc, en pleno pirineo aragonés, vivía hace muchos años Damián, llamado el Cucharero. Era hombre de montaña, un poco hosco, escaso en palabras y ducho en recursos. Tenía que sobrevivir al duro clima y a las difíciles pruebas que cada día le imponía su hábitat. Formaba parte del grupo de pastores de la comarca. Los pastores bajaban a Tierra Plana en cuanto asomaban los primeros fríos, para proteger al ganado y darle pastos en los campos situados más al sur, donde la nieve desaparecía antes. La transhumancia era la forma de vida de la montaña, y nadie se planteaba que hubiera maneras distintas de vivir, o de sobrevivir. Aunque, en una ocasión, Damián quiso cambiar su vida.
Cuento de la vida de Oso
Mis hijos siempre me pidieron que les inventara cuentos o que transformara en gracioso, aquellos ya conocidos. Hoy, los que les voy a contar una historia dulce y suave, como tu osito de peluche, es una mezcla de fantasía con realidad, hoy les contaré una historia de verdad.
Esta es la historia de una osa con dos pequeños ositos. Vivian en un bosque, verde, donde el canto de los pajaritos, era su diario despertar, donde su desayuno, era la miel, tan dulce como los besos de mamá.

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El acertijo
Érase una vez el hijo de un rey, a quien entraron deseos de correr mundo, y se partió sin más compañía que la de un fiel criado. Llegó un día a un extenso bosque, y al anochecer, no encontrando ningún albergue, no sabía dónde pasar la noche. Vio entonces a una muchacha que se dirigía a una casita, y, al acercarse, se dio cuenta de que era joven y hermosa. Dirigióse a ella y le dijo:

– Mi buena niña, ¿no nos acogerías por una noche en la casita, a mí y al criado?

– De buen grado lo haría -respondió la muchacha con voz triste-; pero no os lo aconsejo. Mejor es que os busquéis otro alojamiento.

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La golondrina y el hijo pródigo

Un hijo pródigo, habiendo derrochado su patrimonio, sólo le quedaba un manto. De repente vio a una golondrina que se había adelantado a la estación. Creyendo que ya llegaba la primavera, y que por lo tanto no necesitaría más del manto, fue también a venderlo. Pero regresó el mal tiempo y el aire se puso más frío. Entonces, mientras se paseaba, halló a la golondrina muerta de frío.

— ¡Desgraciada! — le dijo — nos has dañado a los dos al mismo tiempo.

Toma nota de si es la hora correcta antes de ejecutar una decisión. Una acción a destiempo puede ser desastrosa.

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