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Etiqueta: ratón

Cuento del duende y el ratón

Dicen que en la oscuridad de la noche, habitan unos pequeños seres, muchos de ellos dueños de una luminosidad provocada por sus pequeñisimos faroles que siempre llevan consigo.

Habitan en los jardines y en los rincones de las casas de madera. Suelen celebrar grandes reuniones y fiestas entre los leños de las cocinas sureñas.

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El ratón campestre y el cortesano

Un ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte, y lo invitó a que fuese a comer a la campiña. Mas como sólo podía ofrecerle trigo y yerbajos, el ratón cortesano le dijo:

– ¿Sabes amigo, que llevas una vida de hormiga? En cambio yo poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y a tu disposición los tendrás.

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Cuento del ratón y el queso
Érase una vez que había un ratoncito que estaba muy hambriento y salió de su ratonero para comerse un poco del queso de mi abuelita, pero mi gatito estaba allí mirándolo para comérselo. El ratón salió muy rápido y se llevó el queso. Cuando mi abuelo fue a buscarlo ya no lo encontró y Michifus así se llamaba mi gato no pudo atraparlo.
De nuestro amigo José Carlos, 3 años

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La computadora y el ratón ladrón
En una computadora vieja y despedazada, dormía un ratoncito muy joven, él era el único que podía encender el aparato  donde vivía.

Por la mañana, cuando los otros ratones dormían, él salía a robar la comida que los demás recolectaban. Luego a la noche encendía la computadora y jugaba a algunos videojuegos como Tom y Jerry, Ben 10, Super Mario 64 y otros, al mismo tiempo que jugaba se comía todo lo que había robado en el día, por esa razón era un gordinflón.

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El león, la zorra y el ratón

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratoncillo se puso a correr sobre su cuerpo.

Se despertó el león, y se movió en todas direcciones buscando a ver quien era el intruso que le molestaba.

Lo observaba una zorra, y le criticó por creer que tenía miedo de un simple ratoncillo, siendo él todo un señor león.

— No es miedo del ratoncillo — dijo el león–, sino que me sorprendió que hubiera un animal que tuviera el valor de pisotear el cuerpo de un león dormido.

Nunca dejes de cuidarte ni aún de las más pequeñas cosas, por ínfimas que sean.

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El ratón y la rana

Un ratón de tierra se hizo amigo de una rana, para desgracia suya. La rana, obedeciendo a desviadas intenciones de burla, ató la pata del ratón a su propia pata. Marcharon entonces primero por tierra para comer trigo, luego se acercaron a la orilla del pantano. La rana, dando un salto arrastró hasta el fondo al ratón, mientras que retozaba en el agua lanzando sus conocidos gritos. El desdichado ratón, hinchado de agua, se ahogó, quedando a flote atado a la pata de la rana. Los vio un milano que por ahí volaba y apresó al ratón con sus garras, arrastrando con él a la rana encadenada, quien también sirvió de cena al milano.

Toda acción que se hace con intenciones de maldad, siempre termina en contra del mismo que la comete.

Vocabulario:

Retozaba (de retozar): juguetear, travesear. Milano: ave rapaz diurna de las regiones templadas.

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El león y el ratón

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reír y lo dejó marchar.
Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.
— Días atrás — le dijo –, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.
Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.

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Historia del ratón de campo

Coky, era un ratoncito, que vivía feliz en el campo, correteando por los prados y respirando aire puro. Cuando tenía hambre, se acercaba a la casa de Adelina, una señora muy simpática, a la que le gustaba mucho hacer queso, el plato favorito de Coky.

Adelina tenía un gato, para que cuidara que ningún ratón entrará en la casa, pero era tan perezoso y dormilón, que aunque veía al ratoncito, no se molestaba en levantarse para cogerlo, así que Coky, comía tranquilamente, sin prisas y después salía al campo a dormir la siesta, ¡no le faltaba de nada!.

Un día recibió un mensaje de un primo suyo que vivía en la ciudad, Craci, que así se llamaba, le invitaba a pasar unos días con él, le decía que la ciudad era estupenda  que le iba a gustar mucho y que lo pasarían muy bien. Coky se alegro mucho, pues hacía mucho tiempo que no veía a su primo, así que ese mismo día se puso en camino.

Cuando llego a la ciudad, el ruido de los coches le asusto mucho, menos mal que allí esta Craci esperándole, al verse se abrazaron con mucho cariño.

» ¡Primo, que alegría estés aquí, lo vamos a pasar de miedo!» dijo Craci.

Coky seguía asustado, un coche estuvo a punto de atropellarlos, tuvieron que apartarse de un salto, ¡había tanta gente y tanto ruido!. Coky empezaba a  arrepentirse de haber venido, » con lo tranquilo que estaba yo», pensaba Coky.

» Sígueme primo y no tengas miedo», dijo Craci

Por fin llegaron donde Craci vivía, el sótano de un gran hotel.

» Bueno Coky, ahora vamos a comer»

Subieron deprisa, por una hermosa escalera y llegaron a la cocina, allí había de todo, Coky no sabía por donde empezar, «como vive mi primo» pensó. Cundo se disponía a darse un buen banquete, apareció una señora muy gorda y con cara de pocos amigos dando palos, » ¡malditos ratones, como os coja…!, gritaba la señora.

» Corre, corre que cono nos coja…», dijo Craci

Y corriendo se volvieron al sótano. Coky no podía más, cansado y hambriento, le dijo a Craci: » Querido primo, te agradezco tu invitación, pero esto no es para mi, me vuelvo al campo».

» Pero si esto es muy emocionante, ¿no te gusta la aventura?», dijo Craci

» Lo siento primo, pero yo me voy», contesto Coky

» Esta bien, peso si cambias de opinión ya sabes donde estoy» le dijo Craci.

Los dos se abrazaron y Coky emprendió el camino de vuelta. Desde lejos el aroma de queso recién hecho, hizo que se le saltarán las lagrimas, pero eran lagrimas de alegría ¡ya estaba en casa!. Estaba tan contento que se puso a dar volteretas por el prado que estaba lleno de margaritas, todo estaba tan bonito y se respiraba un aire tan limpio y puro.

Coky pensó: » que paz y tranquilidad, decididamente este es mi sitio» y se puso a gritar:    ¡SOY UN RATÓN DE CAMPO!.

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