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La Brujita Juvenil

En el bosque hay mucha oscuridad, incluso al mediodía pues los árboles detienen la luz del sol.

Más adentro del bosque, las ramas de los árboles parecen brazos y las raíces parecen piernas de unos gigantes.

En lo más profundo de este bosque hay un árbol particularmente extraño pues tiene dos nudos que parecen ojos, una pequeña ramita cortada que parece una nariz y un agujero profundo que parece una boca.

Este agujero no es muy grande y aunque cabe la mano de un niño, de ninguna manera cabe la mano de un hombre fornido.

Si entramos por este agujero ( suponiendo que fueramos enanitos y pudieramos entrar ), veríamos una salita seguida de una habitación o alcoba.

Sobre una pequeñísima camita dormía un mal sueño una brujita, no mayor que la mano de un niño.

Esta brujita se despertó muy maluca y sientiéndose muy enferma y muy mal, no sabía dónde estaba, ni que hora era, ni en que día iba la semana.

Sentía nuestra brujita un terrible dolor de cabeza y un mareo. Cuando se levantó de la camita casi se cae al suelo.

Lo primero que hacen estas brujitas en este bosque cuando se levantan de la cama es mirarse en el espejo, pues son muy vanidosas.

Brujita vió que estaba sumamente fea y se alegró mucho, pues ella se creía la brujita más aterradora y estaba muy orgullosa de serlo.

Nuestra Brujita tenía exactamente cien añitos, acabados de cumplir, pero como estas brujitas viven hasta los mil años, entonces podemos considerar que era como una niña de 15 años, para los seres humanos.

Estas brujitas se van poniendo más bonitas a medida que envejecen y eso no les gusta. Lo que admiran es a las ‘cienañeras’. Pues como dijo una de las brujas más viejas de 900 años, y lo dijo con mucha envidia : «Todas las cienañeras son aterradoramente feítas».

Nuestra Brujita se alegró mucho de verse tan fea en el espejo, pues estaba muy despeinada y además la enfermedad la hacía ver más fea todavía.

Fué entonces cuando sintió una gran sed y mucho calor, se tomó un caldo mágico que tenía en el caldero y se sintió mucho mejor. El dolor de cabeza se le empezó a quitar y se le fué el mareo y la debilidad.

Pero el calor no se le quitó con la bebida caliente y fué entonces cuando decidió salir a dar un paseo volando en su escoba.

Afuera estaba muy oscuro, pero Brujita no sabía que hora era. Con el viento que da volar en una escoba se fué refrescando y empezó a sentirse feliz, contenta de la vida, de su juventud y de su horrible feura.

Mientras Brujita volaba en su escoba, la cabeza empezó a despejársele y entonces empezó a recordar que había pasado.

Le habían celebrado su fiesta de ‘cienañera’ y había sido la reina del bosque. La más fea de todas. Numerosos murciélagos y sapos habían sido invitados como músicos y habían bailado locamente cientos de brujitas.

La fiesta fué muy ruidosa y animada con ranas croando y chillidos aterradores que es la música de estas brujitas.

Pero lo último que Brujita podía recordar es que habían echado muchas hierbas y honguitos en un gran caldero al fuego. Y ella había tomado mucho de ese brebaje……..

El cielo estaba muy oscuro pero de pronto cayó un rayo y todo se iluminó, volvió a caer otro rayo y era como la luz del día, pero el cielo se veía muy nublado.

Empezó una terrible tempestad y los rayos iluminaban el vuelo de nuestra Brujita. Había vientos horribles. Pero a todas las brujas les gustan las tempestades y ellas mismas las provocan y llaman.

Brujita creía que estaba de noche, pero los fuertes vientos se llevaran las nubes negras y entonces apareció un cielo esplendorosamente azul y un fuerte sol de mediodía.

Pero a las brujas no les gusta el Sol, ni la luz, ni el Mediodía y Brujita voló rapidamente de regreso a su casa.

Cuando llegó a su casa durmió y descansó un poco más de la fiesta tan loca y fatigosa en que había sido la Reina.

Ya empezaba a anochecer de verdad, cuando la despertaron unos gritos alegres de : «Viva Brujita !, Viva la más Fea !, Viva la Cienañera» y era un gran cantidad de brujitas jóvenes ( entre 90 y 110 años ) que venían a sacarla para hacer un vuelo de honor por su principal y más inolvidable cumpleaños.

De  Vicente Duque.