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Categoría: Fábulas sobre la Amistad

Los viandantes y el oso

Marchaban dos amigos por el mismo camino. De repente se les apareció un oso. Uno se subió rápidamente a un árbol ocultándose en él; el otro, a punto de ser atrapado, se tiró al suelo, fingiéndose muerto. Acercó el oso su hocico, oliéndole por todas partes, pero el hombre contenía su respiración, porque se dice que el oso no toca a un cadáver. Cuando se hubo alejado el oso, el hombre escondido en el árbol bajó de éste y preguntó a su compañero qué le había dicho el oso al oído.
– Que no viaje en el futuro con amigos que huyen ante el peligro -le respondió-.
La verdadera amistad se comprueba en los momentos de peligro.

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Los lobos y los carneros

Intentaban los lobos sorprender a un rebaño de carneros. Pero gracias a los perros guardianes, no podían conseguirlo. Entonces decidieron emplear su astucia. Enviaron unos delegados a los carneros para pedirles que les entregaran a sus perros diciéndoles:
– Los perros son los causantes de que haya enemistad entre ustedes y nosotros. Sólo tienen que entregarnóslos y la paz reinará entre nosotros.
Y los ingenuos carneros, sin sospechar lo que sucedería, les entregaron los perros, y los lobos, ya libres de los perros, se apoderaron sin problemas del rebaño.
Nunca entregues a los enemigos, a los que te dan el apoyo y protección.
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Los lobos reconciliándose con los perros

Llamaron los lobos a los perros y les dijeron:
– Oigan, siendo ustedes y nosotros tan semejantes, ¿por qué no nos entendemos como hermanos, en vez de pelearnos? Lo único que tenemos diferente es cómo vivimos. Nosotros somos libres; en cambio ustedes, sumisos y sometidos en todo a los hombres: aguantan sus golpes, soportan los collares y les guardan los rebaños. Cuando sus amos comen, a ustedes sólo les dejan los huesos. Les proponemos lo siguiente: dennos los rebaños y los pondremos en común para hartarnos.
Creyeron los perros las palabras de los lobos traicionando a sus amos, y los lobos, ingresando en los corrales, lo primero que hicieron fue matar a los perros.
Nunca des la espalda o traiciones a quien verdaderamente te brinda ayuda y confía en ti.

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Los dos recipientes

Arrastraba un río en sus aguas a dos recipientes, uno de barro cocido y otro de bronce. El de barro le dijo al de bronce:
– Por favor, mantente a distancia de mí, pues si me tocas aunque sea suavemente, me haré pedazos. Y además, de ninguna manera deseo estar cerca de ti.
La amistad no se consolida fácilmente entre disímiles.

Vocabulario:
Disímiles: opuestos, diferentes.

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Los dos enemigos

Dos hombres que se odiaban entre sí navegaban en la misma nave, uno sentado en la proa y otro en la popa. Surgió una tempestad, y hallándose el barco a punto de hundirse, el hombre que estaba en la popa preguntó al piloto que cuál era la parte de la nave que se hundiría primero.
– La proa -dijo el piloto-.
– Entonces -repuso este hombre- no espero la muerte con tristeza, porque veré a mi enemigo morir antes que yo.
Muy mezquina actitud es preferir ver sufrir a los enemigos que inquietarse por el daño que irremediablemente se está a punto de recibir.

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Los árboles que querían rey

Decididos un día los árboles a elegir un rey que los gobernara, dijeron al olivo:
– Reina en nosotros. Y el olivo contestó:
– ¿Renunciar yo al líquido aceite que tanto aprecian en mí los dioses y los hombres, para ir a reinar entre los árboles?
Y los árboles buscaron a la higuera pidiéndole:
– Ven a reinar entre nosotros.
Y la higuera respondió igualmente:
– ¿Renunciar yo a la dulzura de mis frutos para ir a reinar entre vosotros?
Entonces los árboles dijeron al espino:
– Ven a reinar en nosotros.
Y el espino respondió a los árboles:
– Si en verdad queréis ungirme para reinar entre vosotros, venid a poneros bajo mi amparo, o si no que surja el fuego de la espina y devore los cedros del Líbano!
Quien no tiene buenos frutos que dar, dará lo malo que tenga para sufrimiento de los que le rodean.

Vocabulario:
Ungirme (de ungir): proclamar, coronar, elegir.

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Las cabras monteses y el cabrero

Llevó un cabrero a pastar a sus cabras y de pronto vio que las acompañaban unas cabras monteses. LLegada la noche, llevó a todas a su cueva.
A la mañana siguiente estalló una fuerte tormenta y no pudiendo llevarlas a los pastos, las cuidó dentro. Pero mientras a sus propias cabras sólo les daba un puñado de forraje, a las monteses les servía mucho más, con el propósito de quedarse con ellas. Terminó al fin el mal tiempo y salieron todas al campo, pero las cabras monteses escaparon a la montaña. Las acusó el pastor de ingratas, por abandonarle después de haberlas atendido tan bien; mas ellas le respondieron:
– Mayor razón para desconfiar de ti, porque si a nosotras recién llegadas nos has tratado mejor que a tus viejas y leales esclavas, significa esto que si luego vinieran otras cabras, nos despreciarías a nosotras por ellas.
Nunca confíes en quien pretende tu nueva amistad a cambio de abandonar a las que ya tenía.

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La cierva y la viña

Una cierva era perseguida por unos cazadores y se refugió bajo una viña. Pasaron cerca los cazadores, y la cierva, creyéndose muy bien escondida, empezó a saborear las hojas de la viña que la cubría. Viendo los cazadores que las hojas se movían, pensaron muy acertadamente que allí adentro había un animal oculto, y disparando sus flechas hirieron mortalmente a la cierva. Ésta, viéndose morir, pronunció estas palabras:
— ¡Me lo he merecido, pues no debí haber maltratado a quien me estaba salvando!
Sé siempre agradecido con quien generosamente te da la ayuda para salir adelante.

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Hércules y Plutón

Recibido Hércules entre los dioses y admitido a la mesa de Zeus, saludaba con mucha cortesía a cada uno de los dioses.
Llegó Plutón de último, y Hércules, bajando la vista al suelo, se alejó de él.
Sorprendido Zeus por su actitud, le preguntó por qué apartaba los ojos de Plutón después de haber saludado tan amablemente a todos los otros dioses.
– Porque, -contestó Hércules- en los tiempos en que yo me encontraba entre los hombres, casi siempre le veía en compañía de los bribones; por eso aparto la mirada de él.
No hagas amistad con quien conoces que no ha actuado correctamente.

Vocabulario:
Bribones (bribón): pícaro, pillo.

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El perro y la corneja

Una corneja que ofrecía en sacrificio una víctima a Atenea invitó a un perro al banquete.
Le dijo el perro:
– ¿Por qué dilapidas tus bienes en inútiles sacrificios? Pues deberías de saber que la diosa te desprecia hasta el punto de quitar todo crédito a tus presagios.
Entonces replicó la corneja:
– Es por eso que le hago estos sacrificios, porque sé muy bien su indisposición conmigo y deseo su reconciliación.
Si deseas que los más alejados te escuchen, debes llamarlos con mayor intensidad.

Vocabulario:
Corneja: Pájaro de la misma especie que el cuervo, pero algo menor. Dilapidas (de dilapidar): malgastar, derrochar.

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