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Cuento de Fresilinda y el Jardín Mágico

Había una vez , un hermoso jardín de flores de brillantes colores y plantas de hojas muy raras, todas parecían pintadas. Pero en el fondo allá muy lejos dónde nadie jamás llegaba, se encontraban las plantas de frutillas todas desparramadas por el suelo y por el aire su dulce aroma.

Este no era un simple matorral de frutas silvestres , era el último refugio de frutillas especiales . Sí muy especiales y una de ellas mas que todas, se llamaba Fresilinda y era la mas traviesa, siempre estaba buscando nuevas aventuras y se metía de lío en lío. Estas eran las únicas frutas que podían hablar, pensar y hasta salirse de sus plantitas y volver para dormir.

Habían logrado estas virtudes hace muchos años cuando una bella hada perdida de algún cuento se emocionó al ver esas hermosas plantas tan verdes y con sus frutillitas tan rojas y se le ocurrió cambiarles la vida. Así dijo sus palabras mágicas :

-¡Peras, uvas y manzanas serán las frutillas las encantadas!
¡Que ningún hombre descubra su reino y seguirán por siempre libres viviendo!-

Y desapareció entre las nubes.

Desde entonces han vivido como lo hacen las personas, unas trabajan, otras cuidan a las mas pequeñas, otras vigilan que todo marche bien y las mas chiquitas hacen travesuras como todos los chicos.

Pero hoy te voy a contar lo que le ocurrió a Fresilinda por ser muy distraída. Una mañana de primavera el sol sonreía como siempre y saludaba con sus rayos a todos las plantas que habitaban el Jardín Mágico, así se llamaba este lugar desde la visita de el hada misteriosa. La graciosa frutilla jugaba con sus amigas debajo de una gran hoja cuando vio pasar una mariposa que volaba orgullosa de aquí para allá , tan linda era que Fresilinda no podía dejar de seguirla y así lo hizo por largo rato solo mirando las alas multicolores de la mariposa. De repente no la vio mas , se había escabullido entre las margaritas que estaban todas florecidas y muy grandes.

En ese momento la frutillita se dio cuenta que no conocía ese lugar pues tenía prohibido alejarse del Jardín Mágico y sin darse cuenta había caminado por largo rato. Ella lloró un ratito y trató de encontrar el camino de regreso pero todo fue inútil, sola no podría regresar.

-¡Buenas tardes señorita ¡- le dijo un elegante gusano que vestía corbata, sombrero y guantes mientras la estaba observando- -Hola – contestó triste la pequeña.

-Yo soy Dongusano y conozco muy bien este territorio así que si quieres te puedo ayudar a encontrar tu casita.

Fresilinda estaba muy apurada por ir con su mamá así que confió en el apuesto Dongusano .

Comenzaron a caminar, trotar y correr entre los pastos hasta que ¡Pruum, Pruum! Chocaron con una enorme montaña de tierra .

-¡No, no es posible! Este es el hormiguero de Hormiganegra la mas malhumorada de los alrededores- .Dijo Dongusano muy asustado. Cuando de un salto salió del hormiguero una fea hormigota con largas antenas y cara de enojada

-¡ Quién se atreve a molestar en horario de trabajo! ¿Creen que tengo tiempo para perder? ¡Psss , psss ¡ ¡Fuera!

Y sin pensarlo corrieron escapando hasta que… ¡Puc, puc ! esta ves tropezaron con algo muy duro y cayeron sentados. Fresilinda ya cansada de tanto susto no podía creer lo que veía era un enorme caracol, todo adornado como una casita con una pequeña ventana, flores y chimenea.

-Debe estar abandonado- pensó; pero lentamente salieron de la casita unas antenitas, y después la cabeza de un viejo caracol que amablemente los saludó:

-Buenos días amigos ,¿qué están buscando? Yo soy Grancaracol-

Dongusano le contó todo lo sucedido y Grancaracol lo oía con cara de aburrido pero estaba muy atento.

-Bueno, bueno y tú preciosa ¿extrañas a tu familia?- preguntó y Fresilinda con sus ojitos nublados por las lágrimas le dijo que extrañaba mucho a su mamá.

-No perdamos tiempo y súbete , queda mucho por andar hasta llegar al Jardín Mágico.

Dongusano la ayudó a subirse al techo del caracol y le deseo suerte -¡Hasta pronto y ten cuidado Fresilinda!

Después de un rato de andar Fresilinda le preguntó a Grancaracol:

– ¿Cómo sabes que vivo en el Jardín Mágico? ¿Acaso lo conoces?

«Por supuesto» dijo sonriente el viejo caracol -Hace mucho tiempo cuando yo era un joven caracolito se me ocurrió comer algo nuevo y seguí un aroma dulce que me llevó hasta un hermoso jardín que parecía pintado con miles de rojos adornitos, eran frutillas y no pude resistir las ganas de morder una y …

-¿Te comiste una frutilla especial? Preguntó Fresilinda muerta de miedo.

-¡No! Al morderla la frutilla gritó como loca y todas las que estaban durmiendo en sus plantitas se abalanzaron sobre mi y me dieron patadas y golpes defendiendo a su amiga y fue tal mi susto que no se como me deslicé tan rápido ,parecía un pez en el agua y jamás volví a probar una fruta.

Tranquilízate solo quiero ayudarte, nunca pude olvidar el camino a ese dulce jardín .

Sin darse cuenta ya habían llegado y su mamá la estaba esperando muy triste, y al verla Fresilinda brincó sobre su madre y le prometió que no volvería a alejarse sola. Mamá frutilla la abrazó muy fuerte y la llenó de besos y besitos y agradeció a Grancaracol su buen gesto y lo invito a regresar las veces que quisiera al Jardín Mágico y olvidar viejos enojos tomado un té de flores de manzanilla.

Y colorín colorado este rico cuento se ha terminado…
De Maria Fernanda Macimiani