28
Ago.2008
Una alondra moñuda cayó en una trampa y se dijo suspirando:
– ¡Desgraciada alondra! A nadie has robado ni oro ni plata, ni cosa valiosa alguna; llevarse un insignificante granito de trigo ajeno será la causa de tu muerte.
Nunca te expongas a un gran peligro por un mezquino beneficio.