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Categoría: Cuentos Infantiles y Juveniles

Canción de Navidad 5 Conclusión
¡Sí! Y la columna de cama era suya: La cama era la suya, el cuarto era el suyo. y, lo mejor y más venturoso de todo, ¡el tiempo venidero era suyo, para poder enmendarse!

-Viviré en el pasado, en el presente y en el porvenir -repitió Scrooge, saltando de la cama-. Los Espíritus de los tres no se apartarán de mí. ¡Oh, Jacob Marley! ¡Benditos sean el cielo y la fiesta de Navidad: ¡Lo digo de rodillas, Jacob, de rodillas!

Se encontraba tan animado y tan encendido por buenas intenciones, que su voz desfallecida apenas respondía al llamamiento de su espíritu. Había sollozado con violencia en su lucha con el Espíritu y su cara estaba mojada de lágrimas.

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Canción de Navidad 4 El último de los tres Espíritus
El Fantasma  se aproximaba con paso lento, grave y silencioso. Cuando llegó a Scrooge, éste dobló la rodilla, pues el Espíritu parecía esparcir a su alrededor,  en el aire que atravesaba, tristeza y misterio.

Le envolvía una vestidura negra, que le ocultaba la cabeza, la cara y todo el cuerpo, dejando solamente visible una de sus manos extendida. Pero, además de esto, hubiera sido difícil distinguir su figura en medio de la noche y hacerla destacar de la completa obscuridad que la rodeaba.

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Canción de Navidad 3 El segundo de los tres Espíritus
Despertó al dar un estrepitoso ronquido: e incorporándose en el lecho para coordinar sus pensamientos, no tuvo necesidad de que le advirtiesen que la campana estaba próxima a dar otra vez da una. Vuelto a la realidad, comprendió que era el momento crítico en que debía celebrar una conferencia con el segundo mensajero que se le enviaba por la intervención de Jacob Marley. Pero hallando muy desagradable el escalofrío que experimentaba en el lecho al preguntarse cuál de las cortinas separaría el nuevo espectro, las separaría con sus propias manos y, acostándose de nuevo, se constituyó en avisado centinela de lo que pudiera ocurrir alrededor de la cama, pues deseaba hacer frente al Espíritu en el momento de su aparición, y no ser asaltado por sorpresa y dejarse dominar por la emoción.

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Canción de Navidad 2 El primero de los tres Espíritus
Cuando  Scrooge despertó, había tanta obscuridad que, al mirar desde la cama. apenas podía distinguir la transparente ventana de las opacas paredes del dormitorio. Hallábase haciendo esfuerzos para atravesar la obscuridad con sus ojos de hurón. cuando el. reloj de la iglesia vecina dio cuatro campanadas que significaban otros tantos cuartos. Entonces escuchó para saber la hora.

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Canción de Navidad 1 El espectro de Marley
Empecemos por decir que Marley había muerto. De ello no cabía la menor duda. Firmaron la partida de su enterramiento el clérigo, el sacristán, el comisario de entierros y el presidente del duelo. También la fírmó Scrooge. Y el nombre de Scrooge era prestigioso en la Bolsa, cualquiera que fuese el papel en que pusiera su firma.

El viejo Marley estaba tan muerto como el clavo de una puerta.

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El Gigante Egoísta
Todas las tardes, a la salida de la escuela, los niños se habían acostumbrado a ir a jugar al jardín del gigante. Era un jardín grande y hermoso, cubierto de verde y suave césped. Dispersas sobre la hierba brillaban bellas flores como estrellas, y había una docena de melocotones que, en primavera, se cubrían de delicados capullos rosados, y en otoño daban sabroso fruto.

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Jesús, el dulce, viene… (poema)
Jesús, el dulce, viene…
Las noches huelen a romero…
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!

Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fría…
Mas la celeste melodía
suena fuera…
Celeste primavera
que la nieve, al pasar, blanda, deshace,
y deja atrás eterna calma…

¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!

De Juan Ramón Jiménez.

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Los Reyes Magos
No olvidaré jamás aquella mañana del seis de enero; hacía pocos días había cumplido mis primeros sesenta y un años. Durante la noche anterior un sueño extraño llenó mi corazón de dudas. Por eso me levanté muy temprano, no podía seguir durmiendo, algunas lágrimas mostraban mi tristeza.

Me senté en el borde de la cama y seguí llorando, mientras recordaba al duende que en mis sueños me había dicho algo que yo no podía creer… por eso mi llanto y mi tristeza esa mañana del seis de enero.

Con su chillona voz de duende había dicho: «Me extraña que a tu edad no lo sepas: los Reyes Magos no existen, son los adultos, generalmente los padres, los que compran los regalos».

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Nochebuena
Marina y Carlitos habían decidido sumarse al festejo que estaban preparando los otros chicos del barrio para las próximas fiestas.

Iban a reunirse después de las doce, en Nochebuena, para armar un gran muñeco entre todos, encenderían cohetes y cañitas voladoras y bailarían alrededor.

Por eso, al regresar del colegio, le pidieron dinero al papá para comprar lo necesario para el festejo.

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