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Etiqueta: fabula

Las ranas y el pantano seco

Vivían dos ranas en un bello pantano, pero llegó el verano y se secó, por lo cual lo abandonaron para buscar otro con agua. Hallaron en su camino un profundo pozo repleto de agua, y al verlo, dijo una rana a la otra:

– Amiga, bajemos las dos a este pozo.

– Pero, y si también se secara el agua de este pozo, -repuso la compañera-, ¿Cómo crees que subiremos entonces?

Al tratar de emprender una acción, analiza primero las consecuencias de ella.

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Las palomas, el milano y el halcón

Unas palomas, aterrorizadas por la presencia de un milano, llamaron al halcón para que las defendiera. Inmediatamente él aceptó.

Cuando ya ellas lo habían admitido dentro de su palomar, se dieron cuenta de que hacía mucho más estragos y matanzas en un día, que lo que haría un milano en un año.

Evita los remedios que son peores que la enfermedad.

Vocabulario:

Milano: ave rapaz diurna de las regiones templadas. Estragos: trastornos.

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La lecherita

La hija de un granjero llevaba un recipiente lleno de leche a vender al pueblo, y empezó a hacer planes futuros:

– Cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos, descartando los que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos. Los pollos estarán listos para venderlos cuando su precio esté en lo más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas donde todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a uno.

Pero en ese momento tropezó con una piedra, cayendo junto con la vasija de leche al suelo, regando su contenido. Y así todos sus planes acabaron en un instante.

No te ilusiones con lo que aún no tienes.

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La hormiga y el escarabajo

Llegado el verano, una hormiga que rondaba por el campo recogía los granos de trigo y cebada, guardándolos para alimentarse durante el invierno. La vio un escarabajo y se asombró de verla tan ocupada en una época en que todos los animales, descuidando sus trabajos, se abandonan a la buena vida. Nada respondió la hormiga por el momento; pero más tarde, cuando llegó el invierno y la lluvia deshacía las boñigas, el escarabajo hambriento fue a pedirle a la hormiga una limosna de comida. Entonces sí respondió la hormiga:

— Mira escarabajo, si hubieras trabajado en la época en que yo lo hacía y tú te burlabas de mí, ahora no te faltaría el alimento.

Cuando te queden excedentes de lo que recibes con tu trabajo, guarda una porción para cuando vengan los tiempos de escasez.

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La golondrina y el hijo pródigo

Un hijo pródigo, habiendo derrochado su patrimonio, sólo le quedaba un manto. De repente vio a una golondrina que se había adelantado a la estación. Creyendo que ya llegaba la primavera, y que por lo tanto no necesitaría más del manto, fue también a venderlo. Pero regresó el mal tiempo y el aire se puso más frío. Entonces, mientras se paseaba, halló a la golondrina muerta de frío.

— ¡Desgraciada! — le dijo — nos has dañado a los dos al mismo tiempo.

Toma nota de si es la hora correcta antes de ejecutar una decisión. Una acción a destiempo puede ser desastrosa.

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La cierva en la gruta del león

Una cierva que huía de unos cazadores, llegó a una gruta donde no sabía que moraba un león. Entrando en ella para esconderse, cayó en las garras del león.

Viéndose sin remedio perdida, exclamó:

– ¡Desdichada de mí! Huyendo de los hombres, caí en las garras de un feroz animal.

Si tratas de salir de un problema, busca que la salida no sea caer en otro peor.

Vocabulario:

Moraba (de morar): habitar o residir en un lugar.

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Hermes y Tiresias

Hermes quiso comprobar si el arte adivinatorio de Tiresias era verdadero; para lo cual le robó sus bueyes en el campo y luego, bajo la figura de un mortal, se fue a la ciudad y entró en la casa de Tiresias.

Cuando supo la pérdida de su yunta, Tiresias se trasladó a las afueras con Hermes para observar un augurio en el vuelo de las aves, rogando a Hermes le dijera el pájaro que apareciese.

Hermes vio un águila que pasaba volando de izquierda a derecha y se lo dijo. Respondió Tiresias que ese pájaro no les importaba.

A la segunda vez, vio el dios una corneja encaramada en un árbol que ora alzaba los ojos al cielo, ora se inclinaba hacia la Tierra, y así se lo dijo. Entonces el adivino contestó:

– ¡Esa corneja jura por el cielo y por la tierra que depende de ti que vuelva a encontrar mis bueyes!

Sé prudente, al ladrón gusta volver a visitar el lugar de su robo.

Vocabulario:

Yunta: par de bueyes u otros animales que aran juntos.

Augurio: predicción, pronóstico.

Corneja: pájaro de la misma especie que el cuervo, pero algo menor.

Encaramada: subida en lo alto.

Ora: ahora.

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El sol y las ranas

Llegó el verano y se celebraban las bodas del Sol.

Se regocijaban todos los animales del acontecimiento, faltando poco para que también las ranas fueran de la partida; pero una de ellas exclamó:

– ¡Insensatas! ¿Qué motivo tenéis para regocijaros? Ahora que es él solo, seca todos los pantanos; si toma mujer y tiene un hijo como él ¿qué nos quedará por sufrir?

Antes de celebrar un acontecimiento, primero ve sus futuras consecuencias.

Vocabulario:

Se regocijaban (de regocijarse): alegrarse.

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El ruiseñor y el gavilán

Subido en un alto roble, un ruiseñor cantaba como de costumbre. Lo vio un gavilán hambriento, y lanzándose inmediatamente sobre él, lo apresó en sus garras.

Seguro de su próxima muerte, el ruiseñor le rogó que le soltara, diciéndole que con sólo él no bastaría para llenar su vientre, y que si en verdad tenía hambre, debería de apresar a otros más grandes. El gavilán le repuso:

– Necio sería si te oyera y dejara escapar la presa que tengo, por ir a buscar a la que ni siquiera he visto.

No dejemos los bienes que ya tenemos, por ilusiones que ni siquiera divisamos.

Vocabulario:

Gavilán: ave rapaz.

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El pescador y el pececillo

Un pescador, después de lanzar al mar su red, sólo cogió un pececillo. Suplicó éste al pescador que le dejara por el momento en gracia de su pequeñez.

– Cuando sea mayor, podrás pescarme de nuevo, y entonces seré para ti de más provecho -, terminó el pececillo.

– ¡Hombre-replicó el pescador-, bien tonto sería soltando la presa que tengo en la mano para contar con la presa futura, por grande que sea!

Más vale una moneda en la mano, que un tesoro en el fondo del mar.

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