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Etiqueta: labrador

El labrador y el águila
Encontró un labrador un águila presa en su cepo, y, seducido por su belleza, la soltó y le dio la libertad. El águila, que no fue ingrata con su bienhechor, viéndole sentado al pie de un muro que amenazaba con derrumbarse, voló hasta él y le arrebató con sus garras la cinta con que se ceñía su cabeza.

Se alzó el hombre para perseguirla. El águila dejó caer la cinta; la tomó el labriego, y al volver sobre sus pasos halló desplomado el muro en el lugar donde antes estaba sentado, quedando muy sorprendido y agradecido de haber sido pagado así por el águila.

Siempre debemos ser agradecidos con nuestros bienhechores y agradecer un favor con otro.

Vocabulario:

Cepo: Trampa para cazar animales.

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El labrador y las grullas

Algunas grullas escarbaban sobre terrenos recién sembrados con trigo. Durante algún tiempo el labrador disparaba una honda vacía, ahuyentándolas por el pánico que les producía.

Pero cuando las aves se dieron cuenta del truco, ya no se alejaban de su comida. El labrador, viendo esto, cargó su honda con piedras y mató muchas de las grullas.

Las sobrevivientes inmediatamente abandonaron el lugar, lamentándose unas a otras:

-Mejor nos vamos a Liliput, pues este hombre ya no contento con asustarnos, ha empezado a mostrarnos lo que realmente puede hacer.

Cuando las palabras no dan a entender, la acción sí lo hará.

Vocabulario:

Liliput: Un lugar mitológico de la tierra.

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El labrador y la cigüeña

Un Labrador colocó trampas en su terreno recién sembrado y capturó un número de grullas que venían a comerse las semillas. Pero entre ellas se encontraba una cigüeña, la cual se había fracturado una pata en la trampa y que insistentemente le rogaba al labrador le conservara la vida:

– Te ruego me liberes, amo – decía, – sólo por esta vez. Mi quebradura exaltará tu piedad, y además, yo no soy grulla, soy una cigüeña, un ave de excelente carácter, y soy muy buena hija. Mira también mis plumas, que no son como las de esas grullas.

El labrador riéndose dijo:

– Será todo como lo dices, pero yo sólo sé esto:

Te capturé junto con estas ladronas, las grullas, y por lo tanto te corresponde morir junto con ellas.

Quien se asocia con el malvado, se vuelve en malvado.

Vocabulario:

Grulla: Ave que tiene pico cónico y prolongado, cabeza en parte cubierta con algunos pelos pardos y rojos, cuello largo y negro, alas grandes y redondas, cola pequeña, pero de cobijas largas y cerdosas, y plumaje de color gris.

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El labrador y el árbol

En el campo de un labriego había un árbol estéril que únicamente servía de refugio a los gorriones y a las cigarras ruidosas.

El labrador, viendo su esterilidad, se dispuso a abatirlo y descargó contra él su hacha.

Le suplicaron los gorriones y las cigarras que no abatiera su asilo, para que en él pudieran cantar y agradarle a él mismo. Más sin hacerles caso, le asestó un segundo golpe, luego un tercero. Rajado el árbol, vio un panal de abejas y probó y gustó su miel, con lo que arrojó el hacha, honrando y cuidando desde entonces el árbol con gran esmero, como si fuera sagrado.

Mucha gente hay que hace un bien sólo si de él recoge beneficio, no por amor y respeto a lo que es justo. Haz el bien por el bien mismo, no porque de él vayas a sacar provecho.

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El labrador y la serpiente

Una serpiente se acercó arrastrándose adonde estaba el hijo de un labrador, y lo mató.

Sintió el labrador un dolor terrible y, cogiendo un hacha, se puso al acecho junto al nido de la serpiente, dispuesto a matarla tan pronto como saliera.

Asomó la serpiente la cabeza y el labrador abatió su hacha, pero falló el golpe, partiendo en dos a la vecina piedra.

Temiendo después la venganza de la serpiente, se dispuso a reconciliarse con ella; más ésta repuso:

-Ni yo puedo alimentar hacia tí buenos sentimientos viendo el hachazo de la piedra, ni tú hacia mí contemplando la tumba de tu hijo.

No es tarea fácil deshacer grandes odios.

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El león enamorado de la hija del labrador

Se había enamorado un león de la hija de un labrador y la pidió en matrimonio.

Y no podía el labrador decidirse a dar su hija a tan feroz animal, ni negársela por el temor que le inspiraba. Entonces ideó lo siguiente: como el león no dejaba de insistirle, le dijo que le parecía digno para ser esposo de su hija, pero que al menos debería cumplir con la siguiente condición:

“Que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas, porque eso era lo que atemorizaba a su hija”.

El león aceptó los sacrificios porque en verdad la amaba.

Una vez que el león cumplió lo solicitado, cuando volvió a presentarse ya sin sus poderes, el labrador lleno de desprecio por él, lo despidió sin piedad a golpes.

Nunca te fíes demasiado como para despojarte de tus propias defensas, pues fácilmente serás vencido por los que antes te respetaban.

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El león apresado por el labrador

Entró un león en la cuadra de un labrador, y éste, queriendo cogerlo, cerró la puerta. El león, al ver que no podía salir, empezó a devorar primero a los carneros, y luego a los bueyes.

Entonces el labrador, temiendo por su propia vida, abrió la puerta.

Se fue el león, y la esposa del labrador, al oírlo quejarse le dijo:

— Tienes lo que buscaste, pues ¿por qué has tratado de encerrar a una fiera que más bien debías de mantener alejada?

Si te metes a competir con los más poderosos, prepárate antes muy bien. De lo contrario saldrás malherido de la contienda.

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El labrador y los perros

Aprisionó el mal tiempo a un labrador en su cuadra.

No pudiendo salir para buscar comida, empezó por devorar a sus carneros; luego, como el mal tiempo seguía, comió también las cabras; y, en fin, como no paraba el temporal, acabó con sus propios bueyes. Viendo entonces los perros lo que pasaba se dijeron entre ellos:

-Larguémonos de aquí, pues, si el amo ha sacrificado los bueyes que trabajan con él, ¿cómo nos perdonaría a nosotros?

Cuando las barbas de tu vecino veas mojar pon las tuyas a remojar.

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El labrador y la víbora

Llegado el invierno, un labrador encontró una víbora helada de frío. Apiadado de ella, la recogió y la guardó en su pecho. Reanimada por el calor, la víbora, recobró sus sentidos y mató a su bienhechor, el cual, sintiéndose morir, exclamó:

-¡Bien me lo merezco por haberme compadecido de un ser malvado!

No te confíes del malvado, creyendo que haciéndole un favor vas a cambiarle su naturaleza.

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