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Categoría: Fábulas sobre la Sencillez y humildad

El león y el asno presuntuoso

De nuevo se hicieron amigos el ingenuo asno y el león para salir de caza. Llegaron a una cueva donde se refugiaban unas cabras monteses, y el león se quedó a guardar la salida, mientras el asno ingresaba a la cueva coceando y rebuznando, para hacer salir a las cabras.

Una vez terminada la acción, salió el asno de la cueva y le preguntó si no le había parecido excelente su actuación al haber luchado con tanta bravura para expulsar a las cabras.

— ¡Oh sí, soberbia — repuso el león, que hasta yo mismo me hubiera asustado si no supiera de quien se trataba!

Si te alabas a tí mismo, serás simplemente objeto de la burla, sobre todo de los que mejor te conocen.

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El labrador y el águila
Encontró un labrador un águila presa en su cepo, y, seducido por su belleza, la soltó y le dio la libertad. El águila, que no fue ingrata con su bienhechor, viéndole sentado al pie de un muro que amenazaba con derrumbarse, voló hasta él y le arrebató con sus garras la cinta con que se ceñía su cabeza.

Se alzó el hombre para perseguirla. El águila dejó caer la cinta; la tomó el labriego, y al volver sobre sus pasos halló desplomado el muro en el lugar donde antes estaba sentado, quedando muy sorprendido y agradecido de haber sido pagado así por el águila.

Siempre debemos ser agradecidos con nuestros bienhechores y agradecer un favor con otro.

Vocabulario:

Cepo: Trampa para cazar animales.

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El estómago y los pies

El estómago y los pies discutían sobre su fuerza.

Los pies repetían a cada momento que su fuerza era de tal modo superior, que incluso llevaban al estómago.

A lo que éste respondió:

-Amigos míos, si yo no les diera el alimento, no me podrían llevar.-

Veamos siempre con atención dónde se inicia realmente la cadena de sucesos. Demos el mérito a quien realmente es la base de lo que juzgamos.

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El camello y Zeus

Sentía el camello envidia por los cuernos del toro, y quiso obtener los suyos propios. Para esto fue a ver a Zeus, pidiéndole le regalara a él unos semejantes. Pero Zeus, indignado de que no se contentara de su gran tamaño y fuerza, no sólo le negó el darle los cuernos, sino que además le cortó una parte de las orejas.

La envidia no es buena consejera. Cuando quieras mejorar en algo, hazlo con tu esfuerzo y por tu deseo de progresar, no porque tu vecino lo tenga.

Vocabulario:

Zeus: Dios de la mitología griega.

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El camello, el elefante y el mono

Votaban los animales para elegir un rey. El camello y el elefante se pusieron en fila disputándose los sufragios, ya que esperaban ser preferidos sobre los demás gracias a su tamaño y su fuerza.

Pero llegó el mono y los declaró a los dos incapacitados para reinar.

— El camello no sirve — dijo — porque no se encoleriza contra los malhechores, y el elefante tampoco nos sirve porque tendremos que estar temerosos de que nos ataque una rata, animal a quien teme el elefante.

La fortaleza más grande, siempre se mide en el punto más débil.

Vocabulario:

Encoleriza: Cuando una persona se enfada y enfrenta a otra. Malhechores: Personas malvadas y perversas.

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El buen rey le
Había un león que no era enojoso, ni cruel, ni violento, sino tratable y justo como una buena criatura, que llegó a ser el rey. Bajo su reinado se celebró una reunión general de los animales para disculparse y recibir mutua satisfacción: el lobo dio la paz al cordero, la pantera al camello, el tigre al ciervo, la zorra a la liebre, etc.

La tímida liebre dijo entonces:

— He anhelado ardorosamente ver llegar este día, a fin de que los débiles seamos respetados con justicia por los más fuertes. E inmediatamente corrió lo mejor que pudo.

Cuando en un Estado se practica la justicia, los humildes pueden vivir tranquilos y continuar trabajando para mejorar.

Vocabulario:

Ardorosamente: Con mucho calor

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El astrónomo

Tenía un astrónomo la costumbre de pasear todas las noches estudiando los astros. Un día que vagaba por las afueras de la ciudad, absorto en la contemplación del cielo, cayó inopinadamente en un pozo. Estando lamentándose y dando voces, acertó a pasar un hombre, que oyendo sus lamentos se le acercó para saber su motivo; enterado de lo sucedido, dijo:

-¡Amigo mío! ¿Quieres ver lo que hay en el cielo y no ves lo que hay en la tierra?

Está bien mirar y conocer a nuestro alrededor, pero antes hay que saber donde se está parado.

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El asno que cargaba una imagen

Una vez le correspondió a un asno cargar una imagen de un dios por las calles de una ciudad para ser llevada a un templo. Y por donde él pasaba, la multitud se postraba ante la imagen.

El asno, pensando que se postraban en respeto hacia él, se erguía orgullosamente, dándose aires y negándose a dar un paso más.

El conductor, viendo su decidida parada, lanzó su látigo sobre sus espaldas y le dijo:

-¡Oh, cabeza hueca, todavía no ha llegado la hora en que los hombres adoren a los asnos!

Nunca tomes como tuyos los méritos ajenos.

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El águila y los gallos

Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al otro.

Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo.

Más no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había perdido la riña se quedo con todo el gallinero.

A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los arrebate.

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El águila y el escarabajo

Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo, suplicándole que le salvara.

Le pidió el escarabajo al águila que perdonara a su amiga. Pero el águila, despreciando la insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre en su presencia.

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