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Etiqueta: caballo

Cuento de los caballos que no querían amo
En una hacienda de caña había un caballo color melado, que a fuerza de trabajar y comer mal, mostraba las costillas y parecía que iba a desarmarse. Durante la semana cargaba caña y el domingo traía el mercado del pueblo. No conocía, pues, día de descanso. Por otra parte, las moscas no le dejaban punto de reposo, revoloteando alrededor de las mataduras que tenía en el lomo. ¿Comida? Apenas la poca yerba que encontraba en el potrero. Sintiéndose viejo y enfermo pensó que muy pronto lo matarían para aprovechar su piel. Había sido resignado, pero no hasta el punto de dejarse matar después de tanto sufrir. Resolvió huir de la hacienda en busca de mejores aires. Como lo pensó lo hizo. Al amanecer salió al camino y se dirigió al pueblo; no se le ocurrió irse al monte porque estaba seguro de que por allá irían a buscarlo, mientras que a ninguno se le ocurriría que estaba en la ciudad. Era malicioso el viejo caballo. Iba medroso porque creía encontrar enemigos en todas partes.

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El zorro y el caballo

Un granjero tenía un Caballo leal que se había hecho viejo y ya no podía trabajar. Así que su dueño no le dio más de comer y le dijo:

– Ya no te puedo utilizar más, pero todavía te quiero, si pruebas ser lo bastante fuerte como para traerme un León, te cuidaré. Pero ahora vete de mi establo. –

Y así lo hecho a campo abierto. EL Caballo estaba triste, y fue al bosque para conseguir un poco de refugio contra las inclemencias del tiempo. Entonces el Zorro se encontró con él y le dijo:

– ¿Por qué estás tan cabizbajo y sólo? –

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La cebra y el caballo
Era la primavera y todo era amor en África, ahí se encontraban Lucy y Lola. Lucy era una Cebra muy coqueta, con su bonito pelaje rayado y Lola era una yegua muy guapa, con su pelo color marrón que le brillaba cuando le daban los rayos del sol.

Un buen día Lucy y Lola tuvieron a sus respectivos hijitos, Lucy tuvo una cebra macho que puso por nombre Rayo y Lola le puso Lazlos a su hijito, en memoria al caballo del desierto. Las dos madres estaban orgullosas de sus retoños que crecían y aprendían rápido.

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Bhuhb y el caballo loco
Un día, el gnomo Bhuhb fue a la granja. A Bhuhb le encantan los animales. En la granja había patos, chanchos, vacas, gallinas y caballos. Bhuhb le pidió permiso a la vaca Aurora para poder entrar.
–Entrá, pero tené cuidado con el caballo loco –le contestó la vaca Aurora.
-¿Dónde está el caballo loco? –preguntó Bhuhb, que era un gnomo experto en psicología.
–Está en aquel establo –le contestó la vaca mientras se iba a jugar a las cartas con el chancho Juancho.

Bhuhb entró en el establo. se acercó al caballo y le dijo:

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El caballo y el soldado

Un soldado, durante una guerra, alimentó con cebada a su caballo, su compañero de esfuerzos y peligros. Pero, acabada la guerra, el caballo fue empleado en trabajos serviles y para transportar pesados bultos, siendo alimentado únicamente con paja. Al anunciarse una nueva guerra, y al son de la trompeta, el dueño del caballo lo aparejó, se armó y montó encima. Pero el caballo exhausto se caía a cada momento. Por fin dijo a su amo:

— Vete mejor entre los infantes, puesto que de caballo que era me has convertido en asno. ¿Cómo quieres hacer ahora de un asno un caballo?

En los tiempos de bienestar, debemos prepararnos para las épocas críticas.

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El caballo, el buey, el perro y el hombre

Cuando Zeus creó al hombre, sólo le concedió unos pocos años de vida. Pero el hombre, poniendo a funcionar su inteligencia, al llegar el invierno edificó una casa y habitó en ella.

Cierto día en que el frío era muy crudo, y la lluvia empezó a caer, no pudiendo el caballo aguantarse más, llegó corriendo a donde el hombre y le pidió que le diera abrigo.

Le dijo el hombre que sólo lo haría con una condición: que le cediera una parte de los años que le correspondían. El caballo aceptó.

Poco después se presentó el buey que tampoco podía sufrir el mal tiempo. Contestándole el hombre lo mismo: que lo admitiría si le daba cierto número de sus años. El buey cedió una parte y quedó admitido.

Por fin, llegó el perro, también muriéndose de frío, y cediendo una parte de su tiempo de vida, obtuvo su refugio.

Y he aquí el resultado: cuando los hombres cumplen el tiempo que Zeus les dio, son puros y buenos; cuando llegan a los años pedidos al caballo, son intrépidos y orgullosos; cuando están en los del buey, se dedican a mandar; y cuando llegan a usar el tiempo del perro, al final de su existencia, se vuelven irascibles y malhumorados.

Describe esta fábula las etapas del hombre: inocente-niñez, vigorosa-juventud, poderosa-madurez y sensible-vejez.

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El lobo y el caballo

Pasaba un lobo por un sembrado de cebada, pero como no era comida de su gusto, la dejó y siguió su camino. Encontró al rato a un caballo y le llevó al campo, comentándole la gran cantidad de cebada que había hallado, pero que en vez de comérsela él, mejor se la había dejado porque le agradaba más oír el ruido de sus dientes al masticarla. Pero el caballo le repuso:

— ¡Amigo, si los lobos comieran cebada, no hubieras preferido complacer a tus oídos sino a tu estómago!

A todo malvado, aunque parezca actuar como bueno, no debe de creérsele

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El caballo y el palafrenero

Había un palafrenero que robaba y llevaba a vender la cebada de su caballo; pero en cambio, se pasaba el día entero limpiándole y peinándole para lucirlo de lo mejor.

Un día el caballo le dijo:

— Si realmente quieres que me vea hermoso, no robes la cebada que es para mi alimento.

Ten cuidado de quien mucho te alabe, pues algo busca a cambio.

Vocabulario:

Palafrenero: Mozo o criado que cuida los caballos

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