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Etiqueta: fabula

Hermes y el leñador

Un leñador que a la orilla de un río cortaba leña, perdió su hacha. Sin saber que hacer, se sentó llorando a la orilla.

Compadecido Hermes de su tristeza, se arrojó al río y volvió con un hacha de oro, preguntando si era esa la que había perdido. Le contestó el leñador que no, y volvió Hermes a sumergirse, regresando con una de plata. El leñador otra vez dijo que no era suya, por lo que Hermes se sumergió de nuevo, volviendo con el hacha perdida. Entonces el hombre le dijo que sí era esa la de él.

Hermes, seducido por su honradez, le dio las tres hachas.

Al volver con sus compañeros, contóles el leñador su aventura. Una de ellos se propuso conseguir otro tanto. Dirigióse a la orilla del río y lanzó su hacha en la corriente, sentándose luego a llorar.

Entonces Hermes se le apareció también y, sabiendo el motivo de su llanto, se arrojó al río y le presentó igualmente un hacha de oro, preguntándole si era la que había perdido. El bribón, muy contento exclamo:

– ¡Sí, ésa es!

Pero el dios horronzado por su desvergúenza, no sólo se quedó con el hacha de oro, sino que tampoco le devolvió la suya.

La divinidad no sólo ayuda a quien es honrado, sino que castiga a los deshonestos.

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El tocador de cítara

Un tocador de cítara sin talento cantaba desde la mañana a la noche en una casa con las paredes muy bien estucadas. Como las paredes le devolvían el eco, se imaginó que tenía una voz magnífica, y tanto se lo creyó, que resolvió presentarse en el teatro; pero una vez en la escena cantó tan mal que lo arrojaron a pedradas.

No seamos nosotros jueces de nosotros mismos, no vaya a ser que nuestra parcialidad nos arruine.

Vocabulario:

Cítara: instrumento musical de cuerda usado en la antigüedad. Estucadas: paredes hechas con una masa de yeso y cola.

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El pícaro

Un pícaro se comprometió a demostrar que el oráculo de Delfos mentía.

Llegó el día señalado y el pícaro tomó un pajarito y, escondiéndolo bajo de su manto, se dirigió al templo.

Encarándose ante el oráculo preguntó si lo que tenía en la mano era un ser vivo o era inanimado.

Si el dios decía «inanimado», el hombre mostraría al pajarito vivo; si decía «vivo», lo enseñaría muerto, después de haberlo ahorcado.

Pero el dios, viendo de lo que se trataba con esa malvada intención, respondió:

Deja tu engaño, pícaro, pues bien sabes que de ti depende que lo que tienes en la mano se muestre muerto o vivo.

El poder divino no es para llevarle al engaño.

Vocabulario:

Oráculo: Respuesta que, según creían los paganos, hacían los dioses a las preguntas que se les dirigían.

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El pescador revolviendo el río

Pescaba un pescador en un río, atravesándolo con su red de una a otra orilla; luego, con una piedra atada al extremo de una cuerda de lino, agitaba el agua para que los peces, aturdidos, cayeran al huir entre las mallas de la red. Viole proceder así un vecino y le reprochó el revolver el río, obligándoles a beber el agua turbia; más él respondió:

-¡Si no revuelvo el río, tendré que morirme de hambre!

Igual sucede con las naciones: cuanta más discordia siembren los agitadores entre la gente, mayor será el provecho que obtendrán.

Forma siempre tu propia opinión y no vayas a donde te quieran empujar otros sin que lo hayas razonado.

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El perro, el gallo y la zorra

Cierta vez un perro y un gallo se unieron en sociedad para recorrer el mundo. LLegada una noche, el gallo subió a un árbol y el perro se arrecostó al pie del tronco.

Y como era su costumbre, cantó el gallo antes del amanecer. Oyó su canto una zorra y corrió hacia el sitio, parándose al pie del árbol. Le rogó que descendiera, pues deseaba besar a un animal que tenía tan exquisita voz. Le replicó entonces el gallo que por favor, primero despertara al portero que estaba durmiendo al pie del árbol. Y entonces el perro, cuando la zorra buscaba cómo establecer conversación con el portero, le saltó encima descuartizándola.

Es inteligente actitud, cuando encontramos un enemigo poderoso, encaminarlo a que busque a otros más fuertes que nosotros.

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El perro con campanilla

Había un perro que acostumbraba morder sin razón.

Le puso su amo una campanilla para advertirle a la gente de su presencia cercana. Y el perro, sonando la campanilla, se fue a la plaza pública a presumir. Mas una sabia perra, ya avanzada de años le dijo:

— ¿De qué presumes tanto, amigo? Sé que no llevas esa campanilla por tus grandes virtudes, sino para anunciar tu maldad oculta.

Los halagos que se hacen a sí mismos los fanfarrones, sólo delatan sus mayores defectos.

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El pastor y el joven lobo

Encontró un pastor un joven lobo y se lo llevó. En seguida le enseñó como robar ovejas de los rebaños vecinos. Y el lobo, ya crecido y demostrándose como un excelente alumno, dijo al pastor:

-Puesto que me has enseñado muy bien a robar, pon buena atención en tu vigilancia, o perderás parte de tu rebaño también.

Quien enseña a hacer el mal, tiene que cuidarse de sus propios discípulos.

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El lobo y el labrador

Llevó un labrador su manada de bueyes al abrevadero.

Caminaba por ahí cerca un lobo hambriento en busca de comida.

Encontró el lobo el arado y empezó a lamer los bordes del yugo, y enseguida y sin darse cuenta terminó por meter su cabeza adentro. Agitándose como mejor podía para soltarse, arrastraba el arado a lo largo del surco.

Al regresar el labrador, y viéndolo en esta actividad le dijo:

— ¡Ah, lobo ladrón, que felicidad si fuera cierto que renunciaste a tu oficio y te has unido a trabajar honradamente la tierra!

A veces, por casualidad o no, los malvados parecieran actuar bien, mas su naturaleza siempre los delata.

Vocabulario

Abrevadero: Manantial de agua en el que beben los animales.

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El lobo harto y la oveja

Un lobo hartado de comida y ya sin hambre, vio a una oveja tendida en el suelo. Dándose cuenta que se había desplomado simplemente de terror, se le acercó, y tranquilizándola le prometió dejarla ir si le decía tres verdades.

Le dijo entonces la oveja que la primera es que preferiría no haberle encontrado; la segunda, que como ya lo encontró, hubiera querido encontrarlo ciego; y por tercera verdad le dijo:

— ¡Ojalá, todos los lobos malvados, murieran de mala muerte, ya que, sin haber recibido mal alguno de nosotras, nos dan una guerra cruel!

Reconoció el lobo la realidad de aquellas verdades y dejó marchar a la oveja.

Camina siempre soportado en la verdad, y ella te abrirá los caminos del éxito, aún entre adversarios.

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