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Etiqueta: infantil

Un cuento para la Casa Malva

J. Cuevas Oviedo

La Voz de Asturias

Reproducción de una de las páginas de ‘Vivo nuna casa malva’. Pintar-pintar
Reproducción de una de las páginas de ‘Vivo nuna casa malva’. Pintar-pintar

En marzo de 2007 se abría en Gijón la Casa Malva, el primer centro para la atención integral de mujeres víctimas de la violencia de género. El equipamiento pionero es ahora el escenario de Vivo nuna casa malva , un libro infantil que la editorial Pintar-Pintar publica también en una edición en castellano: Vivo en una casa malva .

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Cuento del Grillo y la Luna

Una noche de insomnio decidí salir a dar un paseo por la calle. Mientras iba andando trataba de comprender por qué no podía dormir… hasta que oí el sonido. «¡Ya está!» me dije, «Son los grillos los que no me dejan dormir.». Decidido a echarle una buena bronca al primer grillo que me encontrase, fui buscando por el jardín que hay cerca de mi casa.

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Después de todo ¡Es Navidad!
La casa había estado vacía y silenciosa largas horas, por lo que, Baguette; el cachorrito de la familia, se encontraba profundamente dormido enroscado en su sillón favorito, a ratos roncando a ratos lanzando gruñiditos; cuando, de repente, el ruido en la cerradura lo despertó de su profundo sueño haciéndolo caer de cabeza, quedando momentáneamente aturdido.
Colás el Chico y Colás el Grande
Vivían en un pueblo dos hombres que se llamaban igual: Colás, pero el uno tenía cuatro caballos, y el otro, solamente uno. Para distinguirlos llamaban Colás el Grande al de los cuatro caballos, y Colás el Chico al otro, dueño de uno solo. Vamos a ver ahora lo que les pasó a los dos, pues es una historia verdadera.
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Cinco en una vaina
Cinco guisantes estaban encerrados en una vaina, y como ellos eran verdes y la vaina era verde también, creían que el mundo entero era verde, y tenían toda la razón. Creció la vaina y crecieron los guisantes; para aprovechar mejor el espacio, se pusieron en fila. Por fuera lucía el sol y calentaba la vaina, mientras la lluvia la limpiaba y volvía transparente. El interior era tibio y confortable, había claridad de día y oscuridad de noche, tal y como debe ser; y los guisantes, en la vaina, iban creciendo y se entregaban a sus reflexiones, pues en algo debían ocuparse.
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